lunes, septiembre 05, 2011

Una partida inesperada

Mi madre y Felipe Camiroaga

Desde hace algún tiempo, por diversas circunstancias he podido estar en las mañanas en casa. Esto me ha permitido entre muchas cosas, ver algunos programas matinales. Conocer los distintos segmentos que ofrecen. Algunas buenas dietas, unas cuantas recetas de cocina que me han salvado la vida, los despachos, entrevistas y sin olvidar los pronósticos del tiempo que son tan acertados como el horóscopo. Reconociendo que el más mino de todos los animadores (a mi juicio) es Felipe Camiroaga, yo no era una de sus fanáticas.

Lo encuentro (y voy a hablar en presente porque aún no me hago a la idea de su partida) honesto, de un humor inocente, con la capacidad de reírse de sí mismo, que para mí es un don, con arrebatos de un niño malcriado al que le aguantan sus pataletas. Que aunque le “soplen” todo al oído, él tiene la habilidad de teatralizarlo y transformarlo en algo chispeante, divertido y entretener por muchas horas (y muchos años) a los televidentes… entre ellos, mi madre.

Una mañana, estando en mi pieza, siento reír a carcajadas a mi mamá. Curiosa me acerco y le pregunto qué pasa, ella contesta: “este Felipe me hace reír, es tan simpático”.

Efectivamente, mi madre pasaba todas las mañanas con Felipe, desayunaban juntos, no con Buenos Días a Todos, específicamente con Felipe. Si éste se iba de vacaciones o se ausentaba por algún motivo, ella no veía el programa. Hablaba con su hermana (menor que ella) y le decía: "puchas, no está Felipe”.

De este modo, mi madre se permitía hacer zapping y pasearse por los otros matinales hasta que descubrió al Pollo y a la Claudia en Pollo en Conserva, entonces le contaba a su hermana, que si no estaba Felipe, ella se cambiaba dónde el Pollo.

Ha llorado y llorado y llorado desconsoladamente como si se le hubiese muerto un hijo. Tan así es que la tía también me comentó emocionada, “Felipito es como un hijo que te viene a ver todos los días”.

Así es como me terminó de convencer Felipe Camiroaga, si alguien tiene la capacidad de hacer reír a la gente, sin reírse de la gente, eso se aprecia y se agradece infinitamente.

Me he sentido tan triste, he llorado, me he conmovido con los recuerdos, con sus historias. He podido conocer de la manera más brutal, a las personas que no están en frente de la cámara y que por alguna razón (¿??) se encontraron. Todos tan valiosos, los 21, cada uno en lo suyo. Con planes, con proyectos, con deseos de hacer el bien, solidarios, entregados, con las ganas ayudar, apoyar, enseñar, generosos Esta citación, la que fue aceptada con alegría, los reunió desde sus distintos mundos para hacer el viaje más importante de sus vidas.

Ha sido tan fuerte y tan inesperado lo que estamos viviendo, así como todo lo que está ocurriendo en nuestro país. Tal vez ya es tiempo de asumir nuestras responsabilidades y revisar nuestras prioridades, dejar de mirarnos el ombligo o COMUNICADORES como Felipe Camiroaga, Roberto Bruce o Felipe Cubillos se van a extrañar muchísimo más.

Al Pollo, le puedo contar lo siguiente, puede que te ganes a dos mamis de tiempo completo, ya habías empezado a ser un hijo adoptivo de estas hermosas mujeres y créeme que es un honor desayunar con ellas.

Mi mamá es una mujer confiable, trabajadora, profesional, exigente, super responsable, madre de 4 hijos (2 hombres y dos mujeres), 13 nietos y medio (el último está por llegar), profesora de castellano, jubilada, viuda, vive en un edificio de 4 pisos sin ascensor a sus 84 años, pertenece al Club del Adulto Mayor de la comuna, hasta hace algunos meses formaba parte de la directiva. Asiste 2 veces por semana a clases de gimnasia o de baile entretenido, sólo si llueve o está resfriada se queda en casa y no se pierde la reunión del club, dónde lo pasa chancho. Ha viajado por todo el país, lo ha recorrido de norte a sur con las chiquillas del Club. Es una lectora casi compulsiva, todo libro que se acerque a ella corre el peligro de ser devorado en menos de una semana.

Esta es mi madre y su historia con Felipito.